Cuando una persona no ha eliminado sus necesidades primarias como lo son la alimentación, casa y vestido, es difícil que crezca social y económicamente, pues, lo primero es vivir como se pueda, más aún si se tiene familia. En nuestro México, incluida nuestra ciudad, la pobreza se ha mantenido por décadas y no se ve por donde erradicarla, se percibe todo lo contrario, aumenta día con día.
Los programas sociales se han usado desde siempre en la nación, nacen de manera altruista al ver la necesidad del prójimo, más tarde se le da el uso más encaminado a generar simpatías en los ciudadanos que más adelante cumplirá un fin de clientelismo político. Hoy en día no es algo nuevo, simplemente son otras estrategias de allegarse de posibles votantes.
Las personas con alguna capacidad diferente, adultos mayores y estudiantes principalmente gozan de dichos apoyos, y eso es bueno, el problema radica con beneficiarios que no necesitan esa ayuda y que se aprovechan de los programas sociales del gobierno volviéndose dependientes de los mismos, solo estiran la mano para seguir con esta forma limitada de vida. Es una costumbre que se vuelve obligación.
Existen casos de estudiantes que reciben beca, pero no van a la escuela, quitando la oportunidad a otros que si tienen el ímpetu de continuar preparándose. Personas que cobran el recurso de sus familiares adultos mayores, cuando estos en ocasiones yo no viven. Sabemos que en nuestro país se puede eso y más, desgraciadamente.
Existen personas que por su capacidad diferente no encuentran un empleo, pero también sabemos que hay empresas que les han dado la oportunidad de un desarrollo social y profesional, esto es lo gratificante, no depender, sino aportar.
Vemos con felicidad los miles de estudiantes que se gradúan de la universidad y salen a emprender su vuelo, enfrentando la realidad y viendo la diferencia de la teoría a la práctica, aquellos que lograron terminar sus estudios gracias a la asistencia social, es momento de redituar lo que se les concedió con el fin que aportaran a la ciudadanía con el conocimiento adquirido.
Los programas sociales, no son recursos de los gobiernos, son el resultado hacendario de los diversos impuestos de todos los ciudadanos que se generan cuando hay viajes, compras, IVA, impuestos sobre la renta y demás formas inventadas para quitarnos nuestro dinero de manera legal. Lo menos que deben hacer es devolverlo a los que verdaderamente lo necesitan.
Aún con ello, no es la solución para salir de la pobreza, hace falta la inclusión al desarrollo profesional y laboral de miles de personas. Es fácil decirlo, pero la realidad se necesita mucho esfuerzo y sobre todo interés por parte del gobierno.
Una opción es nivelar escolarmente a los adultos con programas que los aliente a seguir estudiando, dar oportunidad de regularización, ofrecer cursos especiales de oficios y carreras técnicas propicias para ser elegidos como empleados en la industria o trabajar en algún espacio, inclusive en casa.
A personas sin estudios, se pudieran ofrecer cursos especiales para integrarlos al campo laboral y económico, las tendencias tecnológicas sugieren que faltan especialistas en paneles solares, mecatrónica, robótica, tecnologías de la información, inteligencia artificial y los oficios de siempre, que no pasan de moda y son necesarios.
La finalidad es aprovechar las habilidades de cada ser y no depender de un asistencialismo, que tarde o temprano se acabará, además de ser limitativo y conformista. Falta mucho por hacer en toda la nación y en nuestro Juárez.