El pasado 18 de junio, la organización ciudadana Plan Estratégico de Juárez presentó a diversos sectores de la sociedad juarense su informe anual “Así estamos Juárez”; son ya quince años, si no me equivoco en las cuentas, que la agrupación ha realizado este ejercicio ante los ciudadanos.

Desde el año 2011, cuando fue su primera edición, información relacionada con población, salud, migración, medio ambiente, gobierno, servicios públicos, movilidad, cultura, economía, seguridad, vivienda, entre otros temas, es presentada para provocar en el ciudadano una reflexión crítica y un diálogo informado para lograr, como objetivo final, su incidencia en el incremento de la calidad de vida de la ciudad.

En el documento elaborado, definen la participación ciudadana como un proceso que se nutre de múltiples formas de intervención ciudadana, de la pluralidad de actores sociales y de la posibilidad de participar de manera informada y organizada en la formulación, implementación y evaluación de políticas públicas.

Personalmente coincido con esta definición, como coincido también en que la democratización del poder requiere forzosamente de voluntad política y de compromiso ciudadano. Para aportar ambos “ingredientes” se requiere mucho, mucho esfuerzo.

Si es por parte de los gobiernos, no solamente cuesta compartir el poder porque implica ceder espacio para la toma de decisiones (y entre más sujetos se vean involucrados es más difícil coordinar) sino que, además, tienen enormes dificultades para construir estructuras administrativas eficientes, productivas, enfocadas a resultados. Además consideremos que siempre tienen el tiempo en contra pues las administraciones sí o sí, se limitan a trienios o sexenios.

Por el lado de los ciudadanos, como lo he referido múltiples ocasiones en mis participaciones en radio, nos exige informarnos, analizar, cuestionar; nos hace cambiar las prioridades y dejar la comodidad de nuestra casa, nuestras tardes libres o actividades recreativas… y así como los gobiernos tienen que ceder facultades, nosotros tenemos que ceder tiempo personal para poder dedicarle a los asuntos comunes.

Pero no hay otra opción. Si queremos mejorar nuestro entorno tenemos que participar y si vamos a participar, nos tenemos que esforzar. Y hacerlo cuesta.

Volviendo al informe citado, en el apartado de “Participación Ciudadana”, llamaron mi atención algunos resultados de la encuesta aplicada a los juarenses.

Por ejemplo, los ejercicios de participación en los que más se involucran los juarenses son los de participación política (procesos electorales); en el año 2024 en que hubo elecciones federales y se votó entre otros cargos, por presidente de la república, los juarenses alcanzamos una participación del 52.2 % de la lista nominal.

Por cierto, para el próximo año, este porcentaje bajará considerablemente cuando se presente la participación de los juarenses en la elección de autoridades judiciales, ejercicio que fue muy desairado este 2025.

En lo referente a la participación comunitaria los juarenses somos muy solidarios, pues el 37.7% de los encuestados refirió participar activamente en alguna organización; esta cifra disminuyó en comparación con el año 2021, año en que se reportó una participación del 50.8%, quizá alentada por las acciones para atender efectos directos o colaterales de la pandemia del COVID-19.

Un 8.2% de los encuestados refirió realizar acciones de voluntariado y el 8.1% haber colaborado para resolver algún problema comunitario.

Por cierto, de acuerdo con la Guía de Ciudades Amigables con las Personas Mayores, elaborada por la OMS, la participación comunitaria y el voluntariado son acciones directamente relacionadas con el fortalecimiento de la salud mental y física de las personas mayores de 60 años (recordemos que sufren altos índices de discriminación) y en el documental “Las zonas azules” también se señala la colaboración comunitaria como un factor que influye para la longevidad. Abordaremos ese tema después, es interesante.

Pero volviendo a la participación de los juarenses, las cifras se reducen cuando hablamos de mecanismos formales de participación, pues menos del 30% de la población ha empleado alguno de los instrumentos previstos en la Ley de Participación Ciudadana.

Aquí algunos botones de muestra.

Solo el 5.3% de los encuestados se ha involucrado en contralorías sociales, mecanismo que permite verificar la correcta ejecución de los programas de gobierno, así como la eficiente aplicación de los recursos públicos.

El 10.4% manifestó haber participado en el presupuesto participativo, mecanismo con el que los habitantes del estado decidimos en qué deseamos gastar el cinco por ciento del presupuesto municipal.

El 11.3% en la planeación participativa, este último, instrumento que permite involucrarse en la elaboración, actualización, vigilancia y evaluación de lo concerniente al Sistema Estatal de Planeación Democrática.

Estos números nos dicen que a los ciudadanos aún nos falta apropiarnos de estas formas de participación; educarnos más, educar a otros y dedicar más tiempo a participar. A los gobiernos les falta difundir aún más estos instrumentos de participación, simplificar su uso (en lo posible) y dar acompañamiento a los ciudadanos para alentar su involucramiento.

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