Este domingo presentamos a nuestros lectores una imagen, entre otras más, de esas que hablan más que las palabras. Es una foto que automáticamente nos coloca en aquel pasado cuando fue captada, pero también nos ubica en una actualidad a la que podríamos llamar karmánica, si la expresión nos es permitida.
Es una foto para el obligado escrutinio público de lo público. Aparece ahí un gobernador —gobernador en el momento de la toma— profundamente dormido, que parece reflejar un sueño hecho realidad: de poder a puños, de dinero a montones; de vida sibarítica interminable, de golf impensado… de un futuro celestial. A costa, todo, de los impuestos de los chihuahuenses.
Al lado del gobernador durmiente de todo un quinquenio, al lado de Javier Corral Jurado, aparece, en las mismas condiciones de relax infinito, su entonces secretario de Hacienda, Arturo Fuentes Vélez.

Hoy Corral sigue viviendo a expensas del erario, solo que como senador de la República y no como el panista que fue de gobernador, sino como morenista, untado cual rémora chupa sangre a la Cuarta Transformación.
Traicionó sin pudor ni vergüenza al blanquiazul cuando no pudo mangonear a su base ni a sus líderes, y desesperadamente se entregó a los guindas como tabla de salvación en crucero de la Mariscal.
Es prófugo de la justicia chihuahuense; y aunque arrinconado y sin un gramo del poder absolutista que ejerció en Chihuahua, logró ponerse bajo la sombrita del fuero constitucional. Fuentes es prófugo a secas. Según esto, lo busca la Fiscalía Anticorrupción con orden de aprehensión en mano.

En la imagen aludida viajaban los dos, abandonados al Dios de los dulces sueños. Uno al lado del otro, pero en asientos separados. Al menos esas formas las cuidaban.
Por sus cabezas ardientes, rebosantes del júbilo monetario generado en las arcas públicas, no cruzaba la pesadilla que los alcanzaría después; que hoy los tiene con la moral aplastada por la opinión pública general.
Fue tomada la foto en alguno de los cientos de vuelos TP (todo pagado) que hicieron en aeronaves del gobierno del estado, a lo largo de los cinco años que ambos deshicieron, más que hicieron, al frente del Poder Ejecutivo estatal.

Aquel tiempo de comer pastel de gobierno a dos manos y sin usar servilleta quedó atrás; hoy los dos son precisamente prófugos de la justicia. No aún en la cárcel, pero han empezado a pagar su pertinaz flojera y su corrupción.
Un día y otro también salen a relucir sus casos, no el referido a la masacre contra la familia LeBarón, cuyos familiares exigieron estos días en Juárez que a Corral y a otros exgobernantes les sean retiradas las visas norteamericanas —aunque ya sabemos que el senador traidor al PAN es nacido en El Paso— por su negligencia e inmovilismo durante aquellos hechos ocurridos en noviembre de 2019.
Hablamos del otro tipo de corrupción, también tema mediático durante las últimas semanas, como es el robo de los 98 millones de pesos supuestamente destinados a recibir “asesoría” contable sobre una de las múltiples reestructuras de la deuda, y no hubo prueba alguna de que tal trabajo haya sido concretado… pero sí cobrados los 98 millones con la firma de Fuentes Vélez y el visto bueno de Corral.

Durante estos días fue asegurada documentación en el despacho contable López Elías (propiedad del contador también prófugo Pedro L. E.) sobre el tema, y hace un mes fueron aseguradas varias propiedades a Fuentes Vélez, solo por este caso, uno de los múltiples por los que ha sido sujeto de procesos penales.
Esas imágenes de la pereza en fotos, de Corral y su operador financiero entre el 2016 y 2021, encarnan a la perfección la profunda hipocresía que representó ese viejo régimen, aunque ambos revestidos con el falso pudor e incluso la mojigatería.
Muy lejos quedó la fama de honestidad con la que se parapetaron en el gobierno, defraudando a las instituciones electorales para conseguir candidaturas con documentación falsa.

Si hacemos números —y estos no mienten— la verdad es que el “desfalco” enorme a Chihuahua no provino de la “red de corrupción” duartista que tanto señalaron, sino del “dúo dinámico” Corral-Fuentes, que dejó temblando las arcas estatales con una deuda que no solamente no supieron manejar, sino que la acrecentaron.
En su último informe de gobierno en esta frontera, el 21 de agosto de 2021, ya derrotado de cabo a rabo en su pretensión de imponer a Gustavo Madero como su sucesor, Corral Jurado aventó que César Duarte había recibido una deuda de Reyes Baeza por 12 mil 547 millones, y que a él se la dejó en 49 mil 473 millones. En cambio, presumió, él la dejó en 48 mil 473 millones, es decir, mil millones menos.
Para su toma de protesta, el 8 de septiembre de 2021, Maru Campos ya había echado números y encontró que “nos dejaron la casa muy desordenada”. Por ejemplo, se topó con que se habían perdido, literalmente, 90 millones de pesos por medicamento caduco del Hospital Central. Paulatinamente saldría más cochinero.

Una cosa es —dijo Maru entonces— que César Duarte les haya dejado una deuda muy grande, pero tuvo cinco años Corral para solucionar el tema de la misma.
Y no faltó mucho para que ella supiera que la deuda que recibía, en realidad, ascendía a 75 mil millones de pesos, de los cuales 14 mil millones eran con proveedores.
Aunque Fuentes Vélez tenía visitas recurrentes al despacho del gobernador, llama la atención que dijeran una cosa e hicieran otra. Por eso, en el tema de la deuda siempre hubo evasivas a la prensa crítica, bajo el señalamiento de que “son duartistas”.

Luego hubo evidencias de que el gobierno, y sobre todo su titular, estaban muy lejos de ser tan austeros como lo proclamaban en unos Códigos de Ética que mandaron pegar en todas las oficinas. Pruebas del despilfarro hay por montones.
Salió el tema de los juegos de golf, los viajes en los aviones oficiales, los eventos con “intelectuales” a los que pagaron eventos y hoteles, todo para la foto, para el ego.
La Operación Justicia para Chihuahua fue un factor distractor ideal para tirarse a dormir —así como en las fotos exclusivas presentadas hoy en versiones impresa y digital— con el pretexto de que no había dinero.

Hasta justificó una “Marcha por la Dignidad” en febrero de 2018 para exigir a Peña Nieto recursos fiscales que correspondían a la entidad.
Con ese mismo argumento de la deuda, el gobierno de Corral dejó de entregar recursos a organismos civiles y privados que habitualmente cogobiernan.
En su auditoría a la cuenta pública de 2020, dada a conocer el 18 de noviembre de 2021 por el Auditor Superior, Héctor Acosta Félix, destaca que el total de pasivos a las universidades de Chihuahua y Ciudad Juárez ascendieron en el quinquenio a mil 300 millones: unos 700 millones para la UACJ y 600 para la UACH. Nomás.

Para entonces había todavía pendientes de transferir poco más de 30 millones para la UACJ y 15 millones para la UACH por concepto del Impuesto Universitario.
Además, estaban pendientes de entregar 57 millones a la Fundación del Empresariado Chihuahuense (Fechac), no obstante que lo recaudado en el Impuesto sobre Nómina, en ese año, ascendió a 270 millones.
El caso de la Ficosec (Fideicomiso para la Competitividad y Seguridad Ciudadana) fue emblemático, porque denunciaron sus directivos penalmente al Estado por un adeudo de más de 44 millones de pesos.

Pero el colmo fue la Cruz Roja: le quedaron a deber más de 50 millones, provenientes de una sobretasa al Impuesto sobre Nómina.
Más allá de los números, que son cuestión de expertos contables y auditores, también llaman la atención los perfiles personales de los involucrados en el pillaje.
Fuentes Vélez era siempre reconocido como un técnico respetable, además de un panista devoto, admirador del prototipo fundador del PAN, Luis H. Álvarez, y que además escribió un libro sobre el 86, donde recoge testimonios de los protagonistas de entonces, incluido Corral. Católico contrito, de golpe en pecho; ¡quién lo diría! Como santos, y excreta diablos.

De ahí la frase sabia: que en arca abierta hasta los santos pecan. Y vaya que Fuentes pecó hasta el hartazgo. Pecó de gula económica. Se empanzonó de dinero robado igual que su jefe.
En lo ideológico, la mayor paradoja es que siempre aludieran precisamente a los fundadores azules, Manuel Gómez Morín o a González Morfín. Solo retórica, nada en los hechos.
Cuando Javier Corral entró jubiloso a Palacio de Gobierno, en 2016, posteó una foto abriendo las puertas como una señal de que “sería la casa para todos”; pero en 2021, en el evento de entrega-recepción a Maru Campos, fue un evento rayando en la medianoche y una despedida, literalmente, por la puerta de atrás.

La historia, tarde o temprano, pone a todos en su lugar. “La historia me absolverá”, dicen que dijo Fidel Castro. Corral y su pillo chalán no solo no serán absueltos, sino acusados por hipócritas y falaces; lo peor para ellos es que, además, la sociedad les aseste el adjetivo bien ganado: corruptos.

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