Estados Unidos está invirtiendo miles de millones de dólares y quemando gigawatts de energía en una carrera por ganarle a China en el siguiente salto evolutivo en la inteligencia artificial, uno tan grande, dicen algunos partidarios, que rivalizará con la bomba atómica en su capacidad para cambiar el orden global.

China está enfrascada en una carrera diferente.

Desde el lanzamiento de ChatGPT de OpenAI hace casi tres años, Silicon Valley ha invertido montañas de dinero en la búsqueda del santo grial de la IA: una inteligencia artificial general que iguale o supere el pensamiento humano. Los entusiastas afirman que brindará a Estados Unidos ventajas militares insuperables, ayudará a curar el cáncer y a resolver el cambio climático, y eliminará la necesidad de que las personas realicen tareas rutinarias como contabilidad y atención al cliente.

A diferencia de ello, en China el líder Xi Jinping ha dicho poco recientemente sobre la IAG. Más bien está impulsando a la industria tecnológica del país a ser «fuertemente orientada hacia las aplicaciones», creando herramientas prácticas y de bajo costo que eleven la eficiencia de China y se puedan comercializar fácilmente.

Las visiones divergentes representan una apuesta hombro a hombro con mucho en juego. Si la apuesta de China resulta ser errónea, podría terminar muy rezagada respecto a Estados Unidos en la tecnología más trascendental del siglo 21.

Pero si la IAG sigue siendo un sueño lejano, como cree cada vez más gente en Silicon Valley, China estará en posición de adelantarse a su rival global, sacándole el máximo a la IA en su forma actual, y extender sus aplicaciones a nivel mundial.

Las empresas tecnológicas estadounidenses están desarrollando numerosas aplicaciones prácticas utilizando la IA actual, por supuesto. Google ha incluido en sus últimos smartphones Pixel la función de traducción en tiempo real, mientras que otras compañías la utilizan para mejorar el descubrimiento de fármacos y la entrega de alimentos.

A diferencia de EU, que deja a la industria en gran medida a su suerte, Beijing está poniendo todo el poder del Estado en apoyo a su visión. En enero, el Gobierno central dio a conocer un fondo de inversión en IA de 8.4 mil millones de dólares centrado en apoyar a startups. Desde entonces, los gobiernos locales y los bancos estatales han puesto en marcha sus propios programas de financiamiento, mientras que ciudades han publicado planes de desarrollo de IA como parte de una campaña denominada «AI+».

El martes, el gabinete chino detalló ambiciones más amplias de la campaña, pidiendo un impulso aún mayor para integrar la IA en la investigación científica y tecnológica, el desarrollo industrial y otras áreas para «empoderar integralmente» el desarrollo económico de China para el 2030.

China también está acogiendo de forma más activa modelos de código abierto que los usuarios pueden descargar y modificar gratuitamente, abaratando y facilitando que las empresas chinas creen negocios en torno a la tecnología. Este enfoque está impulsando la expansión global de la IA china, una tendencia que ha sacudido a Silicon Valley a seguir su ejemplo.

Sueños de IAG

Ese énfasis difiere un poco de las ambiciones de muchas de las principales empresas tecnológicas de Estados Unidos, que creen que las máquinas capaces de superar en inteligencia a los humanos revolucionarán la ciencia, abrirán campos de investigación completamente nuevos y transformarán al Ejército estadounidense.

Algunos en la industria tecnológica han predicho que la superinteligencia artificial podría llegar tan pronto como en el 2027. Empresas como Meta, Google y OpenAI están invirtiendo a manos llenas en una competencia por adquirir el talento, los centros de datos y la energía que necesitan para ocupar el primer lugar.

Una comisión del Congreso centrada en la competencia con China ha explorado un «Proyecto Manhattan» para la IAG con el fin de asegurar que Estados Unidos gane la carrera.

Sin embargo, el altamente esperado lanzamiento de GPT-5 por parte de OpenAI en agosto, un modelo que la compañía había promocionado inicialmente como un paso importante en el camino hacia la IAG, dejó a muchos usuarios decepcionados. Sam Altman, de OpenAI, reconoció las dificultades del lanzamiento y, desde entonces, ha intentado frenar el entusiasmo por la IAG y advertido sobre la posibilidad de una burbuja de inversión en IA.

Otros titanes de Silicon Valley también han comenzado a vacilar, abriendo la puerta a la idea de que el enfoque de China podría tener más sentido.

Enfoque pragmático
El entusiasmo del Gobierno chino por usos más prácticos de la IA es visible en Xiong'an, la ciudad de ensueño construida desde cero de Xi, dos horas al sur de Beijing.

En febrero, la ciudad anunció el lanzamiento de un modelo de IA agrícola, empleando tecnología de la startup china DeepSeek, que ofrece a los agricultores locales orientación sobre la selección de cultivos, la siembra y el control de plagas, de acuerdo con un reporte del Gobierno local. El servicio meteorológico de la ciudad utiliza DeepSeek para mejorar la precisión de los reportes meteorológicos. DeepSeek también ayuda a la policía local a analizar los informes de casos y a decidir cómo responder ante emergencias.

Una parte importante de la inversión gubernamental se destina a la construcción de centros de datos. Pero a diferencia de las extensas instalaciones que se están construyendo en EU para entrenar modelos de vanguardia, las versiones chinas tienden a ser más pequeñas.

En gran medida, Beijing no tiene más remedio que abrir un camino diferente en materia de IA. Las restricciones comerciales de EU, en particular sobre semiconductores de alta gama, han dificultado que las empresas chinas de IA compitan directamente con los gigantes estadounidenses en ampliar la escala del entrenamiento de los modelos más avanzados. La decisión tiene aún más sentido en vista de la creciente incertidumbre sobre el retorno a la inversión en la búsqueda de escala, dijo Jeffrey Ding, profesor en la Universidad George Washington y autor de ChinAI, un boletín centrado en la IA china.

Sin duda, algunas empresas chinas, como DeepSeek y Alibaba, han anunciado que irían en pos de la IA general. Y algunos analistas han especulado que China podría estar intentando mantener en secreto algunas de sus ambiciones en materia de la IAG.

Es posible, incluso probable, que Xi decida en algún momento buscar la IAG de forma más agresiva, afirmó Kendra Schaefer, directora de investigación de políticas tecnológicas en Trivium China, una empresa consultora con sede en Beijing. Sin embargo, añadió que lo hará con cautela y con amplias salvaguardias, dado el riesgo potencial que las máquinas pensantes podrían presentar para la estabilidad del Partido Comunista.

«Es uno de los gobiernos más reacios al riesgo en el planeta», afirmó.

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