Es ilimitada la capacidad de los delincuentes para buscar beneficios económicos de sus víctimas. Creemos verlo todo cuando leemos que torturan, mutilan y privan de la vida a personas inocentes con idéntico o mayor sadismo que a sus enemigos también criminales.
Remitimos tal deshumanización casi siempre a personalidades psicópatas que dañan solo por el placer dictado por determinada patología, no por interés lucrativo. Son casos no frecuentes en nuestro país.
Pero tenemos que feroces actos iguales o peores a esos son aplicados en Ciudad Juárez por hombres y mujeres integrantes de formidables grupos delictivos con imaginación inagotable para obtener dinero sin reparar en el sufrimiento ni en la vida de las personas de bien.
Durante las últimas semanas hemos presentado en las páginas de El Diario dos casos sobre asesinatos que han superado el horror de un secuestrado torturado con soplete por todo el cuerpo (videos impublicables en nuestro archivo); e inclusive el abandono de 390 cadáveres abandonados en el crematorio Plenitud y la funeraria del Carmen, en hechos recientísimos.
Son asuntos que de ninguna manera deben verse como aislados o desvinculados de múltiples delitos de alto impacto cometidos en la ciudad y en otros lugares del estado. Hay sincronía criminal masiva. Es lo que espanta aún más
La sola relatoría de estos hechos, sus términos cronológicos, su contexto y entorno, no solo debe provocar escalofríos y el natural temor social sino despertar el extraño aletargamiento de ciertos niveles de autoridad para actuar, para frenar esa escalada violenta que inició con el secuestro de decenas, centenas de migrantes.
Los directivos de un hospital ubicado en Paseos de Zaragoza, llamaron al 911 el 17 de julio a las 22:41 para reportar la llegada de una mujer de 41 años de edad (esa es la edad reportada) que pedía atención médica para un bebé “que no podía respirar”.
El bebé fue atendido de inmediato y reanimado pero el personal médico llamó a la policía porque la mujer no presentaba señal alguna de parto reciente. Rechazó ser atendida.
Apenas arribó una pareja de elementos preventivos al hospital, la mujer cambió la versión. Ya no afirmó que era su hijo sino que había encontrado al bebé en un lote baldío; les exigió a gritos no meterse con su vida. Utilizó todos los insultos a la mano en busca de sorprender, o de engañar a los agentes.
La mujer fue identificada como Martha Alicia M. A., originaria de Coahuila. Fue esposada de inmediato y conducida a la Fiscalía de distrito zona norte. Ahí fue dejada casi a la una y media de la mañana. Tardó la remisión debido al llenado de la documentación de rigor.
Supieron los policías municipales que había delito en aquella mujer que todavía solo su círculo más cercano identificaba como “La Diabla” pero jamás imaginaron el tamaño de la brutalidad atrás de su nombre, aun de su apodo y menos de sus vínculos en el interior del Cereso estatal 3 con uno de sus hijos apodado “El Max”, o “El Jr”, Martín Torales Méndez recluido y ya sentenciado por secuestro desde julio del 2024, perteneciente al grupo delictivo más numeroso en el penal y en la ciudad, La Empresa.
Fue detenida Martha Alicia y llevada a la Fiscalía pero fuerzas extrañas lograron que no fuera su caso judicializado (fue liberada) y por lo tanto no fue sujeta del proceso correspondiente. De hecho, “desaparecieron” teléfonos celulares que presumiblemente le fueron incautados.
Fue poca o casi nada la información oficial entre el momento del arresto logrado por la policía municipal, esa consignación, las razones de la libertad en la Fiscalía, pero sí ha quedado claro que las investigaciones desarrolladas por agentes antisecuestros de la propia Fiscalía General del Estado, apuntaban hacia Martha en el rapto de Leslie.
Mas todavía, también apuntaban hacia el segundo secuestro y asesinato, el cometido contra Dayana C. L. G., una adolescente ciudadana de Estados Unidos, radicada en Hobs, Nuevo México.
Dayana fue secuestrada el 18 de julio, fue exigido rescate por su libertad a la familia, pagaron cuando mucho 100 mil pesos pero fue brutalmente torturada, asesinada, extraído su corazón en un presumible rito satánico y/o santero y el cuerpo enterrado en una vivienda del fraccionamiento Urbi Villa del Cedro.
“La tarde del viernes 25 de julio, un grupo de investigadores pertenecientes a la Comisión Local de Búsqueda de la Fiscalía General del Estado catearon la casa 1909 de Portal de Abedul, en donde localizaron el cuerpo de una mujer, sepultado de manera clandestina, con huellas de arma blanca en tórax, abdomen del lado derecho y muslo izquierdo, informó un agente de la policía ministerial”, publicó El Diario en un recuento informativo sobre el hecho.
Los agentes especializados en antisecuestros lograron establecer que el rapto de Dayana había sido urdido desde el Cereso por miembros del equipo de “El Max”, vincularon con el mismo a Martha y a otros integrantes del mismo grupo delictivo, y quedó luego relacionado ese hecho con el crimen contra Leslie. Hubo otras detenciones en el ínter que han permitido redondear los casos.
Entre los puntos oscuros que aparecen en esa cronología y que no quedaron debidamente aclarados ni en la audiencia de vinculación a proceso llevada a cabo este viernes está justamente la detención por parte de los agentes de investigación que le siguió al arresto por los municipales cuando llevó el bebé de Leslie al hospital.
Leslie tenía solo 20 años de edad, siete meses de gestación, y originaria de León, Guanajuato. Cumpliría 21 el próximo seis de octubre.
Su victimaria está acusada bajo la causa penal 4193/2025, M. A. por feminicidio agravado y por homicidio agravado en grado de tentativa en contra de un varón recién nacido.
Martha es la punta de una larguísima madeja delictiva que opera en muchísimos puntos de la ciudad todo tipo de faltas, una gran mayoría de ellas planeadas por jefes criminales internados en el Cereso estatal con pocas o nulas posibilidades de recuperar su libertad, como el propio “Max o Jr”, o “El Gallo”, o “El Chicles”.
Las corporaciones de seguridad, municipales, estatales, federales y aun las militares, conocen hechos y actores debido a que las detenciones durante la persecución de delitos en la calles los lleva invariablemente a nombres de esos operadores, sí a los que manejan narcomenudeo, tráfico de personas, etc., pero también a los que cometen actos inenarrables como secuestrar, torturar, mutilar, asesinar…y ahora, raptar embarazadas para intentar vender a sus bebés con métodos tan rudimentarios como salvajes que llevan a consecuencias como la muerte de una joven mujer y dejar huérfano a su hijo, aun sin conciencia del extraordinario milagro que le permitió sobrevivir, si le podemos llamar milagro.
Los niveles de autoridad a los que aludimos conocen, pues, esa radiografía, solo necesitan poner manos a la obra para impedir que sigan ocurriendo casos tan infrahumanos como los que ahora ocurren.
Sincronía criminal masiva en asesinatos de pavor
