Hace unos días, en medio del bullicio y la energía de un concierto, el cantante hizo una pausa para compartir algo que ahora entiendo como un regalo inesperado: tres preguntas sencillas pero poderosas, que pueden convertirse en una guía para reflexionar y tomar el control de nuestra vida: ¿Qué quiero? ¿Qué necesito? ¿Qué tengo que hacer?

En un espacio normalmente reservado al entretenimiento, se lanzó un llamado a la introspección: tres interrogantes que representan la invitación directa a un proceso de transformación, tanto personal como colectiva. Responderlas exige una revisión honesta de lo que somos, lo que queremos, lo que nos falta y lo que estamos —o no estamos— dispuestos a hacer para cambiar.

¿Qué quiero? marca el punto de partida, llevándonos al terreno del deseo consciente. A nivel individual, implica explorar nuestros anhelos: hacia dónde queremos ir, qué vida queremos construir, qué valores queremos priorizar. Pero también nos confronta con una verdad incómoda: no todo lo que queremos nos conviene, y no todo lo que deseamos surge realmente de nosotros.

Vivimos en una cultura que constantemente nos dice qué deberíamos querer: éxito, dinero, reconocimiento, aprobación. Pero ¿cuánto de eso viene realmente desde dentro? Preguntarnos ¿qué quiero? es un acto de lucidez. Implica distinguir lo propio de lo impuesto y lo profundo de lo superficial.

La segunda pregunta ¿Qué necesito?, nos invita a conectar con lo esencial, confrontándonos con nuestras carencias reales. A veces lo que necesitamos es más básico —o más profundo— que lo que creemos: tiempo, descanso, relaciones sanas, salud emocional o incluso silencio. Esta pregunta incomoda, porque nos obliga a reconocer nuestras fragilidades. Pero también es profundamente liberadora, porque enfoca lo verdaderamente importante, y al identificarlo, nos permite priorizar conscientemente.

El tercer cuestionamiento “¿Qué tengo que hacer?”, es, posiblemente, el más difícil de todos. Representa el puente entre la intención y la acción. Ya no se trata solo de pensar, sino de actuar. Implica valor, esfuerzo, compromiso, salir de la zona de confort, incluso experimentar dolor.

A nivel personal, esta pregunta nos saca de la queja y de la espera pasiva. Nos empuja a movernos, a tomar decisiones, a dejar de esperar que las cosas cambien solas, que otros resuelvan o que alguien venga a rescatarnos.

Estas tres interrogantes están profundamente conectadas. No se puede responder una sin haber transitado por las otras. El deseo sin una necesidad real se vuelve vacío. La necesidad sin acción se convierte en frustración. Y la acción sin claridad termina en caos. Pero cuando se abordan con seriedad y conciencia, estas preguntas no solo cambian vidas: también pueden transformar ciudades.

¿Y si Ciudad Juárez se hiciera estas mismas preguntas? ¿Y si nos atreviéramos a revisar lo que realmente queremos, lo que verdaderamente necesitamos, y lo que, como sociedad estamos dispuestos a hacer?

El “querer” juarense, está profundamente ligado con su identidad, su historia y su visión de futuro: ¿Queremos más inversión o mejores condiciones de vida? ¿Queremos más instituciones o justicia verdadera? ¿Queremos modernidad sin memoria o un mañana que preserve nuestras raíces? ¿Queremos seguridad real o simplemente más control policial?

Responder colectivamente ¿qué necesita Juárez? exige autoconocimiento y humildad para reconocer desafíos urgentes: educación de calidad, salud accesible, espacios seguros, transporte digno, oportunidades de desarrollo, acceso a la justicia y respeto por los derechos humanos. Además, necesita sanar las heridas de la violencia, reconstruir la confianza entre la población y las instituciones, y recuperar el sentido de comunidad.

¿Qué tenemos que hacer como ciudadanos, como vecinos, como comunidad? Es la pregunta más evadida. No basta con votar cada tres o seis años, indignarse en redes sociales o vandalizar la ciudad, dañándola aún más. Las acciones que nacen de la conciencia exigen participar, educarse, organizarse, construir y contribuir, siempre con el compromiso de generar un verdadero beneficio para la sociedad.

Nuestra ciudad carga heridas, carencias y contradicciones. Pero también tiene fuerza, historia, esperanza y futuro. Es momento de asumir el reto sin miedo. Aspirar a una transformación profunda requiere plantearnos esas tres preguntas, buscando claridad de lo que queremos; honestidad sobre lo que necesitamos; y voluntad para actuar con decisión y responsabilidad.

No hay transformación sin conciencia, y no hay conciencia sin preguntas bien formuladas. El futuro de nuestra ciudad dependerá de las respuestas que seamos capaces de construir juntos, con valor y compromiso. Ciudad Juárez: es tiempo de responder, pero, sobre todo, de actuar.

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